Unas muertes injustificables

Sin confirmar aún la cifra definitiva, más de 30 personas migrantes de origen subsahariano perdieron la vida en su intento de entrar a España por Melilla. La hostilidad de las fuerzas policiales marroquíes demostró una terrible falta de cumplimiento de los derechos humanos absolutamente inadmisible. La reacción española ante tanta barbarie es intolerable y no se puede aceptar en un gobierno de izquierdas, por mucho que uno quiera mantener buenas relaciones con el país vecino.

Marruecos es insaciable. Ya ha colocado en la organización internacional del mar a una mujer que le represente, cuando dentro de poco se va a dilucidar que pasará con las aguas en la mediana con Canarias, un asunto estratégico para nuestras islas y que ya veremos cómo lo defiende el ministro de exteriores Albares y qué dice al respecto el representante político del gobierno de Canarias. España no tiene representante en ese organismo de la ONU, penoso.

Parece evidente que el país vecino ha cogido a España por la migración y no la suelta, mientras sorprendentemente siguen llegando migrantes al archipiélago y eso que había que tragarse la nueva posición del gobierno de Sánchez con el Sáhara por el bien de España, y ni con esas la presión vecinal afloja. Es increíble pero cierto. Insisto son insaciables y solo los puede parar Europa y los Estados Unidos si quisieran.

En definitiva, ni por las aguas, ni por la mediana, ni por la presión migración o por lo que fuera, se puede hacer la vista gorda tras la masacre de migrantes africanos en la valla de Melilla. No se puede justificar estos hechos tan dramáticos, tan terribles e inhumanos y menos por chantaje.

Buenas relaciones con Marruecos, por supuesto. Que hay que hacer concesiones por ambas partes, seguro. Pero de ahí a un trágala, es demasiado.