JOSÉ MARÍA RODRÍGUEZ
Efe/Las Palmas de GC.- El juicio al juez Salvador Alba está sometiendo al Poder Judicial a un escrutinio muy poco frecuente y con derivadas que van más allá de Canarias, en el que se exponen en público las amistades, odios y relaciones con la política, el poder económico y la prensa de quienes visten la toga.
El Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) celebra desde el pasado lunes uno de los juicios de mayor impacto en las islas en décadas: el que debe dilucidar si el magistrado de la Audiencia de Las Palmas Salvador Alba manipuló una instrucción para perjudicar a la juez Victoria Rosell, que acababa de ser elegida diputada.
La historia tiene en el centro a uno de los empresarios más importantes y controvertidos de Canarias, Miguel Ángel Ramírez, presidente de la Unión Deportiva Las Palmas, y su supuesto fraude millonario a Hacienda y a la Seguridad Social a través de Seguridad Integral Canaria, que primero investigó Rosell y, más tarde, Alba.
El caso comenzó con el dedo acusador puesto sobre Victoria Rosell, a quien la Fiscalía, en el plano disciplinario, y luego el ministro José Manuel Soria, en el penal, reprocharon no haber puesto todo el celo necesario en la investigación contra Ramírez, incluso haberla retrasado a propósito guiada por intereses personales, los supuestos negocios que ese empresario tenía con su pareja, el periodista Carlos Sosa, director del diario CanariasAhora.com.
Sin embargo, el asunto dio un giro de 180 grados de la noche a la mañana, que provocó que Rosell quedara exonerada de todos esos cargos y que Alba se siente ahora en el banquillo, acusado por la Fiscalía de cuatro delitos que pueden costarle 10 años de cárcel.
En las tres jornadas de mañana y tarde celebradas hasta ahora en el juicio se han vivido momentos que no han dejado indiferentes a nadie, ni siquiera a un tribunal, el TSJC, que no hace tanto (en 2009) juzgó y condenó a todo un presidente de una Audiencia Provincial acusado de haber asesorado al narcotráfico, José Antonio Martín, tiempo después rehabilitado por el Tribunal Supremo.
En los interrogatorios han salido a relucir, directa o indirectamente, nombres de media docena de magistrados, algunos de primer nivel como Manuel Marchena (presidente de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo), José Ramón Navarro (presidente de la Audiencia Nacional), Antonio Doreste (presidente del TSJC) o Emilio Moya (presidente de la Audiencia de Las Palmas); políticos, como José Manuel Soria; directores de periódicos nacionales, como David Jiménez; confidentes policiales, condenados por homicidio...
Y hasta se han vivido momentos con pocos precedentes en un juicio, como que un empresario le llame mafioso a un juez sin pestañear, a la cara y delante del más alto tribunal de la comunidad.
Estos son algunos de los momentos principales del juicio:
"No podía mirar para otro lado"
Salvador Alba sostiene que se le acusa con pruebas manipuladas y que él se limitó a informar al Consejo General del Poder Judicial y al Tribunal Supremo de las irregularidades que creyó haber descubierto en el Juzgado de Instrucción número 8 de Las Palmas de Gran Canaria, cuando sustituyó allí a Victoria Rosell.
"Yo era el instructor, no podía mirar para otro lado. Claro que tenía interés, muchísimo. Si se llegaba a acreditar que este señor (Miguel Ángel Ramírez, acusado en esas diligencias de fraude fiscal) era socio de la pareja de la juez (Carlos Sosa), era un disparate como la copa de un pino", alegó en su declaración.
"Valía todo. era como chicago años 30"
Así describió el empresario Miguel Ángel Ramírez cómo se sintió cuando el juez al cargo de su caso, Salvador Alba, lo citó a reunirse con él sin presencia de su abogado y entrando en los juzgados por el circuito reservado, desde el garaje.
Ramírez recuerda que el ahora procesado acababa de imponerle la mayor fianza dictada jamás en Canarias, 35 millones de euros, lo que hacía peligrar la continuidad de sus negocios. Según su versión, fue a la cita a sabiendas de que era "una trampa", se sentó con Alba, le escuchó decir que quería "cargarse" profesionalmente "a esa hija de puta" -en referencia a Rosell- y se dio cuenta de que estaba "ante la mafia". Así que le siguió el juego, tomando la precaución de registrar toda la conversación con una grabadora camuflada.
El empresario también relató que, antes de entregar la grabadora al juzgado donde había estado Alba para denunciar lo ocurrido, la formateó. ¿Por qué? Porque quería asegurarse de que el archivo original quedara intacto dentro hasta que llegara a los informáticos de la Guardia Civil. "Tenía que asegurarme. No es la primera vez que una prueba de cargo importante desaparece de un tribunal", argumentó... y se hizo el silencio en la sala, consciente de que quien hablaba era el dueño la empresa encargada hasta diciembre de 2017 de la seguridad de la Ciudad de la Justicia de Las Palmas.
“Alba infunde pavor", "es nuestro Villarejo"
La juez Victoria Rosell, de nuevo diputada de Podemos, llegaba muy preocupada a la vista. Salvador Alba había hecho valer su condición de juez y no se sentaba en el banquillo, sino con sus letrados, como parte de la defensa. Así que, en teoría, tenía derecho a preguntar. ¿La iba a interrogar él? El abogado de Rosell tenía todo preparado por si esa circunstancia se producía, porque su cliente asegura sentir "pavor" en presencia de Alba y el Estatuto de la Víctima del Delito la ampara. Pero no se dio el caso.
En su testimonio, la juez le dijo al tribunal que la persecución que denuncia haber sufrido por parte de Alba -que la ha denunciado siete veces- le ha robado tres años de su vida, que le ha provocado daños personales, profesionales, políticos, económicos y hasta psicológicos de entidad, sobre lo que pidió no dar muchas explicaciones en público, porque no quiere que su historial médico llegue Alba. "Señoría, es que ese señor se ha cruzado correos con un condenado por homicidio para pedir información sobre mí", aseguró, en referencia a Francisco Arnau de la Nuez, el "coronel Araña".
"No solo es temor. Alba infunde pavor", enfatizó la diputada de Podemos. "Ese señor es nuestro Villarejo".
"Nos traicionó. grabó a los compañeros"
Lo dijo el presidente de la Audiencia de Las Palmas, Emilio Moya, para explicar por qué sus relaciones con Alba, su antiguo compañero de sala son casi nulas. Moya recordaba así la reacción que Alba tuvo al descubrir que Ramírez le había grabado. Salvador Alba grabó una conversación con sus compañeros de sala, que solo sirvió para que el CGPJ le abriera un expediente a él, pero que dejó muy mal lugar a los magistrados que participaban en una conversación salpicada de frases de muy mal gusto, luego tachadas de machistas o xenófobas, como "las rumanas, todas putas" o "fuera de Rusia, unos mafiosos".
"Ramírez decía que la grabación era nuestro seguro de vida"
El testimonio de Héctor de Armas, antigua mano derecha de Ramírez en sus negocios, fue uno de los últimos testimonios de la semana y de los más esperados, porque había pasado de ser testigo de la acusación, a testigo de la defensa, con una carta de por medio en la que se ponía a disposición de Salvador Alba.
De Armas ha contado al TSJC que su exsocio grabó al juez "para chantajearlo" y que cuando volvió de su reunión con él, estaba "feliz como un niño el día de Reyes", porque le había cogido en una conversación comprometedora. "Decía que era nuestro seguro de vida", relató este empresario, que sostiene que Ramírez quería utilizar esos audios para forzar a Alba a archivar su caso de fraude fiscal y a la Seguridad Social. Ramírez y Héctor de Armas dejaron de ser socios hace tiempo y hoy están enfrentados en los tribunales.























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