TELDEACTUALIDAD
Telde.- María Sarmiento González es una de las personas más longevas de la isla. Nació en 1911 y cumplió días atrás 106 años. Ha llegado a esta cifra que muy pocos pueden con una salud envidiable.
El pasado 4 de noviembre celebró su fiesta de cumpleaños rodeada de su amplia familia. Tiene 17 nietos, 11 bisnietos y dos tataranietos, según informa Canarias7 en un reportaje de Cristina González.
Duerme al menos 10 horas cada día, come de todo y puede subir por sus propios medios al primer piso de la casa en la vive con su hija menor en el barrio de Las Huesas. Aún utiliza las escaleras, despacio y con cuidado, pero agilidad no le falta. Además, no sufre de ninguna enfermedad y solo toma pastillas para regular la tensión.
Tiene una salud de hierro. «No me siento de nada», dice, para confirmar que no sufre ni siquiera de dolores. «Con ella no se cumplen los tópicos», bromea Eva, que atestigua que jamás tuvo que tomar pastillas para dormir. Y con esa jovialidad celebró ayer su cumpleaños en Firgas con unos 120 invitados y con un grupo de mariachis que le hicieron disfrutar de su música preferida, las rancheras. En su cumpleaños número 100 hasta se animó a bailarlas. «¡Con lo que me gusta el baile!», dice.
Con el paso de los años, su familia reconoce que recuerda más su niñez y juventud en su amada Tejeda, que lo que pasó el día anterior, pero sigue teniendo su mente en perfecto estado. «Desde la puerta de mi casa veía el Nublo», explica María, mientras deja entrever su nostalgia y su amor al barrio de La Culata. Pero sigue yendo de vez en cuando, porque una de sus aficiones preferidas es montarse en el coche con algunos de sus hijos para recorrer la isla, salir a comer o ir a la tienda. Si tiene que elegir, prefiere estar en la calle que en la casa. «Me gusta salir», aclara. Su deseo cuando sopló ayer las velas lo tuvo claro: «Poder llegar a los 107 como estoy».
Récord familiar
La genética ha ayudado para que María Sarmiento haya llegado a cumplir 106 años en perfecto estado. Ahora ha batido el récord familiar que tenía una de sus hermanas, Angelita, que falleció con 105 años y medio. Pero varios de sus hermanos, de los nueve que eran, también lograron traspasar la envidiable cifra de 100 años. El secreto
de la longevidad es difícil de saber, pero solo una vez estuvo ingresada por una caída y ni siquiera tiene catarros.
Además, tras operarse de la vista y ponerse lentillas, ni siquiera necesita gafas. «Va leyendo los carteles cuando vamos por la carretera», explica su hija Eva. «No me duele nada, como bien y veo bien», resume María para reconocer que está contenta con la vida que ha tenido y que tiene, rodeada de sus seres queridos que la miman, la cuidan y no la dejan jamás sola. Le gusta estar rodeada de gente.


























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