Mis habituales lectores me van a disculpar si hoy publico un artículo-denuncia sobre unos, más que lamentables, hechos ocurridos en el centro mismo del Barrio Histórico de San Francisco de Telde.
Ayer, cuando la tarde se despedía y tímidamente entraba la noche, este mismo medio digital (TELDEACTUALIDAD) se hacía eco de una acción luctuosa por salvaje e inexplicable: Una joven, supuestamente educada, con estudios y nada vándala. Todo ello a algunos les parecerá mucho suponer. Se subía a lo alto de la fuente central de la Plaza del Convento y, sin encomendarse a Dios ni al diablo, su descabellado acto trajo consigo el desnuque del monumento hidráulico. Parece ser que el hecho, supuestamente victorioso y plausible por otros tantos salvajes, corrió como la tinta en las llamadas redes sociales y se hizo viral ¡Qué pena que, en este caso, el virus sólo fuera informático!
1967, fecha en que el artista plástico José Arencibia Gil la diseñara, muchos han sido los avatares que ha soportado nuestra tan querida como vilipendiada fuente. Unas veces, los actores de los hechos han sido algunos “genios” contratados por el M.I. Ayuntamiento de la Ciudad, que diseñaron para ella algunos usos tan descabellados como convertirla en un parterre de múltiples niveles; en donde distribuir toda suerte de plantas ornamentales. En otro momento, alguien pensó en hacer de su parte superior el pedestal de cuatro farolas, por supuesto sin luz, que en un tipismo mal entendido quería representar “lo nuestro”.
Otras veces, han sido los visitantes del Conjunto Histórico los que, bien tirando desperdicios de todo tipo (los viernes y sábados por la noche, nos hemos encontrado restos de comida italiana y china con sus respectivos embalajes) hasta flores secas, que algún evento “artístico o religioso” (grabación de vídeos, cumpleaños, improvisadas verbenas o bodas las han dejado, nunca mejor dicho, como peces en el agua). En este último caso, al obstruirse el desagüe del vaso principal, el agua corría libremente por plaza y calle abajo, las cuarenta y ocho horas que separaban el viernes noche del lunes por la mañana, para escándalo generalizado de cuantos este desastre veían.
No se crean ustedes que ésto sólo ha sucedido en unas contadas ocasiones, ya que los vecinos del lugar estamos más que acostumbrados a esas visiones esperpénticas, que tienen como espacio vital plazas, calles y otros rincones de nuestro Barrio y del anejo del Bailadero o Baladero.
Las denuncias, que por parte de los vecinos se han hecho, un año y otro también, de poco han servido para que nuestras autoridades tomen cartas en el asunto. La hemeroteca está ahí y ésta nos sirve para afirmar de forma contundente lo manifestado con anterioridad.
Hace unos veinte años, tras el intento de violentar las puertas de la Iglesia Conventual por parte de unos desaprensivos cacos, así como el más que habitual consumo de ciertas sustancias sobre los poyetes de asiento de la plaza principal, se nos prometió por parte de la Alcaldía de la Ciudad y del Concejal Delegado del Patrimonio Histórico de entonces, que en breve (todavía hoy nos sorprende la medida del tiempo en manos de nuestros munícipes) se instalarían cámaras de seguridad, conectadas con la sede de la Policía Local. Esas cámaras según dichos “mandamases” iban a ser cinco: Una en la Plaza del Convento, otra en la Plaza de Los Romeros, también conocida como El Mirador; la siguiente en la zona del Baladero o Bailadero. Rematando estas “ideales y febriles instalaciones” con dos más, a saber: Una en el Árbol Bonito y la otra en el Callejón de La Fuente. A día de hoy, no sé qué pasó, pues empleando una expresión muy popular: “De cámaras, en San Francisco, nanai de la China”.
La cuestión es el vandalismo al que está sometido el barrio un día y otro. La falta de vigilancia es más que evidente y el deterioro del lugar también. La falta aparente de autoridad policial, ya que sus visitas son esporádicas y puntuales tras a alguna llamada de alerta. Vienen en vehículos motorizados, se bajan, hacen una breve ronda por la plaza y después de dos, tres minutos se vuelven a ir. Los vecinos intentan vigilar y controlar a los jóvenes vándalos, que entre catorce y veinticinco años más o menos, son nuestros más asiduos visitantes. Pero créanme, sin control policial efectivo, muy difícil dado el escaso número de policías locales y nacionales que existen en la ciudad, los lugareños poco podemos hacer, máxime cuando estas “tribus de vándalos” a veces insultan y amenazan sin pudor, atacando a las propiedades y haciendo de las roturas de los coches sus armas persuasorias. El vecino que se enfrenta a estos golfos/golfas, se debe cuidar mucho para no ser objeto de sus cobardes venganzas.
Se pintan con grafitis los muros y paramentos (muestra de ello lo tenemos en el final de la calle León y Castillo, entrada al Conjunto Histórico Artístico por los colegios: San Juan, Poeta Fernando González y Plácido Fleitas. Así como por las calles Inés Chimida, Bailadero y Santa María). Se rompen puertas y ventanas para ocupar casas deshabitadas (Ésto ha sucedido más de una vez con la llamada Casa del Pino, antigua Casa-Cuartel de la Guardia Civil en la calle Altozano y también con otras en la calle Bailadero, Montañeta y San Francisco. El caso más grave lo tenemos en la casa de recreo del poeta Saulo Torón (También conocida como la Casa Roja), dentro de la finca del propio convento. Ésta por sufrir, ha tenido hasta varios conatos de incendio. Hoy en día sus puertas y ventanas se encuentran tapiadas con el fin de evitar las visitas inoportunas a su interior. Se destrozan plantas, arrancándolas de sus parterres y tirándolas sobre el empedrado de las calles. Se rompen botellas de bebidas alcohólicas contra el suelo… Y así un tan largo como penoso etcétera.
En el caso del Bailadero o Baladero, todas estas situaciones se agravan notablemente. Su particular aislamiento hace que los “sin ley”, en su mayoría jóvenes, se aprovechen de la situación. Animados por la opacidad que da la nula vigilancia policial, a pesar de estar a menos de 150 metros de la sede de la Policía Local estas pandillas de jóvenes con aspectos de niños bien se comportan de manera escandalosa y en muchos casos delictiva. La rotura de la puerta de acceso a la Finca del Convento, ocurrida con asiduidad, así lo evidencia.
Ya metidos en este “fregado” vamos a ampliar nuestra denuncia a aquellos visitantes y vecinos, que abusando de su condición, entran a los recintos peatonales de la Plaza de Los Romeros y aparcan sus vehículos con total impunidad. La expresión ¡Es que en esta calle no hay aparcamientos! Tan usual como disculpa, no deja al descubierto sino la desfachatez de algunos. ¿Es acaso un derecho natural, poder aparcar el coche delante de la propia casa? Si no lo puedes hacer, simplemente déjalo en otro lugar y camina hasta tu hogar, que es lo responsable y demás haces un ejercicio físico altamente recomendable. En estos aparcamientos ilegales, se suele taponar la propia puerta de la Iglesia Conventual, poniendo en grave peligro a la misma, pues en caso de incendio ¿Cómo se podría entrar a ella?
El Cronista que esto escribe ha sido testigo de cómo un mismo coche ha estado mal estacionado en este lugar casi una semana. En ese mismo espacio de tiempo, ha pasado en varios momentos junto a él un policía local motorizado, sin que tome cartas en el asunto. No digamos de los padres de los alumnos de los tres colegios antes citados, que tanto a primera hora de la mañana como al mediodía recorren el barrio con sus coches “a toda pastilla”, a pesar de no tener permiso para ello y saltándose los discos, que dejan bien claro que sólo se puede deambular por el barrio si el vehículo cuenta con autorización previa de la Concejalía de Tráfico por ser vecino del lugar. El tema en cuestión para algunos tiene muy fácil solución: Mirar para otro lado y dejar hacer. Pero para la mayoría de los vecinos de San Francisco estos actos de dejación, abandono y despreocupación no son factibles, máxime cuando el mismo Ayuntamiento de la Ciudad se jacta en anunciar por todos los medios existentes, incluido la Feria Internacional de Turismo (FITUR) que se visite el barrio como lugar emblemático de la Ciudad de Telde. Usando las redes sociales y otros medios publicitarios, se intentan atraer hasta aquí gentes del mismo Telde y de otros lugares y créanme, a pesar de todos los pesares lo consiguen y se cuentan por cientos los turistas que disfrutan cada día de este Conjunto Histórico Artístico sin par en el Archipiélago Canario.
¿No les resulta hipócrita esta política de atracción turística, cuando después no se tiene el más mínimo respeto y consideración con los valores culturales de San Francisco? Contestando a esta pregunta, nuestros políticos locales nos han dicho que ni ellos ni las policías (Local y Nacional) son responsables de las actuaciones incívicas de la ciudadanía, y que está en manos de todos el cuidar de San Francisco. Siendo cierta, sólo en parte tal afirmación, seguimos creyendo que falta vigilancia y control. Empezaremos por la no existencia de la Comisión Local de Defensa del Patrimonio Cultural, desde casi siete años. La falta de vigilantes de dicho Patrimonio (Telde y su comarca cuenta con cientos de yacimientos arqueológicos y edificios de altísimo valor etnográfico e histórico, desprovistos de toda vigilancia). Así mismo, nadie se ruboriza en ese Ayuntamiento, cuando se pregunta si hay fecha para la inauguración del tan cacareado Centro de Interpretación del Conjunto Histórico Artístico y Recepción de Visitantes de la Casa de Los Sall, que ha costado al erario público más de dos millones de euros. Cerrada a cal y canto, desde que terminaran sus obras de rehabilitación, hace ahora más de diez años.
¡Quién tenga ojos que lo vea, quién tenga oídos que oiga, quién tenga voz que lo denuncie y quién tenga manos que las mueva en favor de este barrio señero, orgullo de los teldenses y grancanarios!
Antonio María González Padrón es licenciado en Historia del Arte, cronista oficial de Telde, Hijo Predilecto de esta ciudad y académico correspondiente de la Real Academia de la Historia.
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