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Lunes, 03 de Noviembre de 2025

Actualizada Lunes, 03 de Noviembre de 2025 a las 15:56:17 horas

Imagen del Santo Cristo de Telde/Jesús Ruiz Mesa. Imagen del Santo Cristo de Telde/Jesús Ruiz Mesa.

¿Por qué no una bajada extraordinaria…?

direojed Miércoles, 03 de Noviembre de 2021 Tiempo de lectura:

Hace sólo unos días, visité de nuevo la Basílica Menor de San Juan Bautista de Telde. Allí, presidiéndolo todo sobre el Inmaculado Sagrario del Altar Mayor, estaba el Santo Cristo. No había nada novedoso en el templo a no ser el más que notable deterioro de su pavimento de cantería gris y los frescos del baptisterio, realizados éstos en 1948 por Jesús Arencibia (Jesús González Arencibia, Tamaraceite, 1911-1993). Parece ser que las múltiples humedades no dan tregua al Templo Matriz teldense.

 

Ahora bien, si todo ésto salta a la vista y son los rectores eclesiásticos y las autoridades locales, cabildicias y autonómicas las que tienen la última palabra, hay un sentir popular entre la mayoría de la población teldense de la que este cronista se quiere hacer eco. De ahí el título del presente artículo ¿Por qué no una Bajada Extraordinaria…?

 

Nuestros mayores y antepasados nos transmitieron usos y costumbres que damos en llamar tradiciones. Algunas de ellas forman parte de nuestro acervo cultural, que en su desigual división las hemos calificado de tangibles e intangibles. La Fé es una de ellas, en donde se entremezclan por igual ambos calificativos.

 

Hoy en día, más que nunca, debemos ser muy respetuosos con el común de nuestros conciudadanos. Diferentes creencias se manifiestan legítimamente en sus lugares de reunión o culto, sin que con ello se atente contra mayorías o minorías, simplemente ejerciendo un derecho legítimo al posicionamiento ideológico. No soy yo quien deba dar lecciones sobre el tan cacareado, modo de vida. La consabida separación entre Iglesia y Estado o si lo prefieren, sobre la política o los políticos y lo religioso y los religiosos.

Una vez estando enfrascado en una conversación sobre lo divino y lo humano con un exalcalde de nuestra ciudad, me comentó como, a pesar de su ideología y su ateísmo manifiesto, se veía en la obligación de acudir a cuantas procesiones católicas se llevaban a cabo en cada barrio del municipio. No era porque él impusiera su presencia, sino porque se la exigían los vecinos de tal forma y manera que si los representantes del Ayuntamiento (alcalde y concejales) no acudían a éstos y otros actos religiosos, su actitud era motivo de disputas y altercados con las asociaciones de vecinos y comisiones de fiestas.

 

A lo largo de mi vida, he visto de casi todo, entre los llamados devotos de vírgenes y santos. Asimismo, entre quienes en el clero fomentan las procesiones y quienes intentan por todos los medios acabar con ellas. El ejemplo más sangrante lo tuvimos en el Barrio de Los Llanos de San Gregorio, cuando a principios de los años setenta del pasado siglo XX los rectores de esta parroquia arrogándose de un progresismo ciertamente hipócrita y supuestamente avalado por las nuevas normas del Concilio Vaticano II, suprimieron en contra de la voluntad y opinión de toda la feligresía, una de las procesiones más bellas y sentidas de nuestra ciudad: La del Encuentro. Surgida ésta a mitad del siglo XIX, tras cambiar lo que en principio había sido un auto sacramental protagonizado por actores amateur, en una Magna Procesión de una media docena de tronos portando diferentes imágenes de dolor, muy propias de la Semana Santa (un primer trono llevaba a Jesús el Nazareno portando la Cruz sobre sus hombros y ayudado por Simón el Cireneo; otro trono portaba a Nuestra Señora de los Dolores, talla ejecutada por el teldense don Silvestre Bello Artiles; el siguiente mostraba al discípulo predilecto San Juan Evangelista y en tres tronos más a María Magdalena, María la de Cleofás y María la Verónica) el auto sacramental tenía como escenario las calles y Plaza de Los Llanos y a este alarde de procesión-teatro acudían por miles todos los teldenses y muchos foráneos.

 

Otras procesiones multitudinarias se han llevado a cabo en diferentes puntos de la ciudad, no vamos a rivalizar entre La Inmaculada Concepción de Jinámar, advocación cinco veces centenaria; San Juan Bautista primer Patrono de la urbe; San Gregorio Taumaturgo, segundo copatrono o la Virgen de Las Nieves de Lomo Magullo, Celestial y Perpetua Alcaldesa o la bellísima procesión marítimo-terrestre del Santo Cura de Ars, Nuestra Señora del Carmen y el sagrado Corazón de Jesús, por las bahías de Melenara, Taliarte y Las Salinetas…

 

Pero llegados hasta aquí debo manifestar mi especial admiración y devoción por la imagen del Santo Cristo de Telde, también llamado Cristo del Altar Mayor y Cristo de las Aguas. De Él se canta de Telde el tesoro y el bien mejor.

 

La Iglesia Católica en su bien medida política de no enfrentamiento con los rectores políticos, ha llevado las reglas anti-covid de forma estricta y con mayor responsabilidad que muchos entes públicos. Así hemos visto como, desde hace tiempo, ayuntamientos y cabildos de aquí y diputaciones de allá han autorizado masivas concentraciones con la disculpa de hacer eventos experimentales y dar salida a las frustraciones juveniles de no ver ni oír a un cantante o grupo de moda. En cambio, esas mismas autorizaciones experimentales no se han extendido a los actos religiosos, desarrollando un más que estricto control no solo en la calle, sino en el interior de los recintos llamados sagrados.

 

Ahora bien, cuando parece ser que hay un mayor relajamiento de las costumbres cotidianas y se alardea de estar a la cabeza de Europa en las vacunaciones y control de la epidemia, muchos pensamos que es la hora de retomar el pulso de las calificadas como manifestaciones públicas de Fe. Así lo han entendido ya en muchos lugares, sobre todo en Andalucía en donde el clamor popular se hacía insostenible, y también por qué no decirlo, poco rentable para las posteriores urnas electorales. Son numerosas las parroquias andaluzas que han programado procesiones propias de la Semana Santa en pleno mes de septiembre y octubre. Y con sana envidia los católicos de otros lugares miramos en televisión como se recobran las viejas tradiciones en ciudades como Sevilla, Córdoba, Granada, Málaga…

 

Desde siempre, el teldense sabe que sus antepasados acudían al Santo Cristo del Altar Mayor a pedirle cuanto era menester: curar alguna enfermedad, pedir protección para largos viajes de nuestros emigrantes a las Américas, lluvias abundantes, cese inmediato de temporales, mejoras en las cosechas y como no, protección ante las epidemias a la vez que su término. Por eso, es por lo que muchos teldenses y grancanarios, entre los que me encuentro, pedimos al Señor Obispo de la Diócesis y al Señor Cura Párroco de San Juan Bautista de Telde, que durante el mes de enero se lleve a cabo una Bajada Extraordinaria del Santo Cristo de Telde, aquel que es amparo del navegante y consuelo del agricultor. La Bajada no es patrimonio del mes de septiembre, ya que ésta no se regularizó hasta principio de los años sesenta, cuando el párroco don Juan Artiles, de gratísima memoria, pidió al entonces Obispo Monseñor don Antonio Pildain y Zapiain, el permiso para hacer Bajada anual y en esas fechas. Hasta ese momento, el Santo Cristo sólo bajaba de su hornacina, en el ático del Altar Mayor, en contadas ocasiones. Que sepamos no fueron muchas y, desde el siglo XVIII al XX, éstas se podían contar con los dedos de la mano. La mayor parte de ellas venían precedidas de epidemias o hambrunas, como fue el caso del Cólera Morbo que asoló a esta isla de Gran Canaria en el verano de 1851.

 

La Covid-19 no ha sido una epidemia al uso, tal vez ha sido la mayor pandemia jamás sufrida por la Humanidad, debido a la globalización de la misma. La ciencia en estado permanente de alerta ha logrado en tiempo récord las tan deseadas vacunas, método eficaz para salvar a la mayor parte de la población. Los creyentes creemos a pies juntillas en aquella máxima evangélica que dice no caerá un solo pelo al suelo sin que Dios lo ordene.

 

Así como llamad y se os responderá. Pedid y se os dará… ¿Cómo no creer en la intervención divina, si creemos en que somos criaturas creadas por el Altísimo? Pues lo dicho, llevamos dos años sin poder bajar al gran símbolo de la cristiandad teldense: el Santo Cristo del Altar Mayor.

 

Aprovechemos la ocasión y hagamos del primer trimestre del próximo año una muestra latente de agradecimiento y reconocimiento a nuestra emblemática imagen, como fue uso y costumbre entre los teldenses de los siglos pretéritos. Bajar su Santa Imagen y acercarla así al feligrés, nos reportará Consuelo y renovará nuestra Esperanza, al mismo tiempo que creará un clima de Fraternidad entre sus devotos. Dijimos trimestre porque así se hacía también en el pasado, no corre prisa en Bajarlo y Subirlo. Pues como acto extraordinario se puede mantener a lo largo de esos noventa días que conforman los primeros tres meses del 2022.

 

Aquí queda la petición, y no es sólo propia, aunque también, sino de un gran número de teldenses y canarios que nos han pedido la hiciéramos por escrito, publicándola en esta serie de crónicas que hemos dado en titular Bajo la espadaña y que muy pronto verá la luz en forma de libro.

 

Antonio María González Padrón es licenciado en Historia del Arte, cronista oficial de Telde, Hijo Predilecto de esta ciudad y académico correspondiente de la Real Academia de la Historia.

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