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Telde.- La primera referencia sobre la festividad de San Gregorio data de 1647, según detalla el historiador Jesús Rodríguez Calleja. Los fastos no variaron a lo largo del tiempo, al menos hasta 1710, y consistían en desplazarse desde la parroquia de San Juan hasta la ermita y allí hacer una procesión.
En plena festividad de San Gregorio Taumaturgo, el doctor en Historia Moderna y Demografía Histórica, Jesús Rodríguez Calleja, echa la vista atrás y hace una cronología del paso de ermita a parroquia, pero también detalla los primeros fastos en honor al santo, según publica Canarias7.
Gonzalo de Jaraquemada, lugarteniente de Pedro de Vera, fue quien recibió las tierras que hoy ocupan Los Llanos, en compensación por su participación en la conquista de la Isla. En este lugar, los Palenzuela desarrollaron el cultivo de la caña de azúcar, que conllevó a un agrupamiento poblacional formado por labradores, trabajadores y esclavos, explica. La necesidad de auxilio espiritual de sus habitantes fue el detonante para que Alonso Rodríguez de Palenzuela, sobre 1550, decidiera edificar una ermita bajo la advocación de San Gregorio. El recinto ofrecía inicialmente asistencia religiosa los domingos y días festivos y acudían aquellos que por su
pobreza no podían vestir adecuadamente para ir a la parroquia de San Juan, detalla.
Según el historiador, la primera referencia de la festividad data de 1647, aunque hace alusión a que en la víspera, el 16 de noviembre, y al día siguiente, había procesión, con misa y asistencia de capellanes y de los dos beneficiados. Estos últimos cobraban 8 reales por ir desde San Juan hasta Los Llanos y otros 4 más si se hacía la procesión circular en torno a la ermita. Sin embargo, destaca, la falta de financiación puso en peligro esta celebración, pero el capitán Sebastián González Betancor impuso que se celebrase, «por el bien de su alma», señalando para ello 31 reales a cobrar de sus bienes y que comenzó a reflejarse a partir de 1693. Entre 1777 y 1778 comenzó a
construirse el actual templo.
En 1700, explica Jesús Rodríguez, la ermita estaba en ruinas y ya era insuficiente para acoger a los feligreses. Los vecinos deciden reconstruirla. La portada de ingreso antigua, orientada al sur, fue donada por el comisario del Santo Oficio, Diego Romero Tello y Medina. Aún puede leerse en una de las piedras del arco la inscripción original de este regalo. En 1777 y 1778 comenzó a levantarse el templo actual, según trazas de Diego Nicolás Eduardo. Fue bendecido en 1807. En 1846 se inician los trámites para crear la nueva parroquia, segregándose de la de San Juan. Las disputas se prologaron hasta febrero de 1848.
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