Paseamos hoy por la Urbanización Playa del Hombre, donde vamos en busca de la calle Lope de Vega, encontrando su inicio en la calle Tirso de Molina, desde la cual, con orientación Poniente-Naciente y, tras recorrer unos 280 metros, va a finalizar en el Paseo Marítimo de Playa del Hombre.
Por el Norte linda con la calle Mariano José de Larra y por el Sur lo hace con la calle Félix Alvo.
Esta nominación aparece por primera vez en documentos censales referidos al 31 de diciembre de 1970, desconociéndose con exactitud la fecha de su aprobación, ya que, carecemos de documentación fehacientes al respecto.
En cualquier caso, desde entonces figura en el Callejero del distrito 6º, sección 12ª del Censo Municipal de Habitantes y Edificios.
Sinopsis de la nominación
Félix Lope de Vega y Carpio, nació en Madrid, el día 25 de noviembre de 1562, donde también falleció el día 27 de agosto de 1635. Fue uno de los más importantes poetas y dramaturgos del Siglo de Oro español y, por la extensión de su obra, uno de los más prolíficos autores de la literatura universal.
El llamado “Fénix de los ingenios y Monstruo de la Naturaleza” (por Miguel de Cervantes) renovó las fórmulas del teatro español en un momento en el que el teatro comenzaba a ser un fenómeno cultural de masas. Máximo exponente, junto a Tirso de Molina y Calderón de la Barca, del teatro barroco español, sus obras siguen representándose en la actualidad y constituyen una de las más altas cotas alcanzadas en la literatura y las artes españolas. Fue también uno de los grandes líricos de la lengua castellana y autor de muchas novelas.
Se le atribuyen unos 3000 sonetos, 3 novelas, 4 novelas cortas, 9 epopeyas, 3 poemas didácticos, y varios centenares de comedias (1800 según Juan Pérez de Montalbán). Amigo de Quevedo y de Juan Ruiz de Alarcón, enemistado con Góngora y en larga rivalidad con Cervantes, su vida fue tan extrema como su obra. Fue padre de la también dramaturga sor Marcela de San Félix
Cursa cuatro años (1577-1581) en la Universidad de Alcalá de Henares, pero no logra ningún título. Quizá su conducta desordenada y mujeriega le hace poco apto para el sacerdocio. Sus altos protectores dejan de costearle los estudios. Así, Lope no consigue el grado de bachiller y para ganarse la vida tiene que trabajar como secretario de aristócratas y prohombres, o escribiendo comedias y piezas de circunstancias. En 1583 se alista en la marina y pelea en la batalla de la Isla Terceira a las órdenes de su futuro amigo don Álvaro de Bazán.
Estudió por entonces gramática con los teatinos y matemáticas en la Academia Real y sirvió de secretario al Marqués de las Navas; pero de todas estas ocupaciones le distraían las continuas relaciones amorosas. Elena Osorio fue su primer gran amor, la "Filis" de sus versos, separada entonces de su marido, el actor Cristóbal Calderón.
El 29 de mayo del mismo año intentó reanudar su carrera militar alistándose en la Gran Armada, en el galeón San Juan. Por entonces escribió un poema épico en octavas reales al modo de Ludovico Ariosto: “La hermosura de Angélica”, que pasó desapercibido.
Tras cumplir los dos años de destierro del reino, Lope de Vega se trasladó a Toledo en 1590 y allí sirvió a don Francisco de Ribera Barroso, más tarde segundo marqués de Malpica y, algún tiempo después, al quinto duque de Alba, don Antonio de Toledo y Beamonte. Para esto se incorporó como gentilhombre de cámara a la corte ducal de Alba de Tormes, donde vivió entre 1592 y 1595.
En diciembre de 1595, cumplió los ocho años de destierro de las Cortes y regresó a Madrid. Al siguiente año, allí mismo, fue procesado por amancebamiento con la actriz viuda Antonia Trillo. En 1598 se casó con Juana de Guardo, hija de un adinerado abastecedor de carne de la Corte, lo que motivó las burlas de diversos ingenios (Luis de Góngora, por ejemplo), ya que al parecer era una mujer vulgar y todos pensaban que Lope se había casado por dinero ya que no era amor precisamente lo que le faltaba (iba y venía a Toledo, donde tenía a sus antiguas amantes.
Pasaron varios años, en los que realizó trabajos como secretario personal de señores adinerados, se dividió entre los dos hogares y numerosas amantes. A los treinta y ocho años pudo al fin corregir y editar parte de su obra sin los errores de otros. Como primer escritor profesional de la literatura española, pleiteó para conseguir derechos de autor sobre quienes imprimían sus comedias sin su permiso. Consiguió, al menos, el derecho a la corrección de su propia obra.
Para Lope de Vega fueron fechas de una profunda crisis existencial, impulsada quizá por la muerte de parientes próximos y que le inclinaba cada vez más hacia el sacerdocio. A esta inspiración responden sus “Rimas sacras” y las numerosas obras devotas que empieza a componer, así como la inspiración filosófica que asoma en sus últimos versos. Doña Juana de Guardo sufría frecuentes enfermedades y en 1612 Carlos Félix murió de fiebres. El 13 de agosto del año siguiente, falleció Juana de Guardo, al dar a luz a Feliciana. Tantas desgracias afectaron emocionalmente a Lope, y el 24 de mayo de 1614 decidió al fin ser ordenado sacerdote.
En sus últimos años de vida Lope de Vega se enamoró de Marta de Nevares, en lo que puede considerarse "sacrilegio" dada su condición de sacerdote; era una mujer muy bella y de ojos verdes, como declara Lope en los poemas que le compuso llamándola "Amarilis" o "Marcia Leonarda".
En 1627 ingresó en la Orden de Malta, discutiéndose hasta la fecha si debió aportar una probanza de su nobleza por la rama paterna y se le eximió de los otros tres cuarteles preceptivos, o si fue exclusivamente a instancias del Papa que el Gran Maestre le recibió en la Orden. Sea como fuere, esta pertenencia supuso un honor enorme para Lope, en cuyo retrato más difundido viste precisamente el hábito de San Juan. El interés de Lope por las órdenes de caballería en general, y por la de Malta en particular, le llevó a escribir entre 1596 y 1603 la pieza teatral "El valor de Malta", ambientada en las luchas marítimas que la Orden mantuvo por todo el Mediterráneo con los turcos.
Toponimia del lugar
La toponímia “Playa del Hombre”, viene desde el principio del siglo XVIII, por vivir en el lugar un hombre a modo ermitaño, durante varias décadas.
Fue una época en la que todo el sector eran terrenos de cultivos de tomateros, entre los cuales cruzaban carreteras de tierra que llegaban a otra que costeaba todo el litoral. Todo era natural, y tanto la flora como la fauna se encontraban en su plenitud.
Luego viene en los inicios del siglo XX el declive del agro canario y medio siglo más tarde se inician los procesos de urbanizaciones de las diferentes fincas, dando lugar al nacimiento de nuevos barrios y urbanizaciones con asentamiento poblacional importante. De la consideración pueblerina se pasa en poco tiempo a la de Ciudad.
Por mor del fracaso en la exportación de los productos agrícolas de la isla, se dejan de plantar los terrenos y la desaparición del agro canario, se nos quiere permitir por dos fuentes nuevas de generación económica, tales como la construcción y el turismo, con el consiguiente sector de servicio que llevan aparejados, pero todo ello a tontas, a locas y a ciega, sin una previsión de sostenibilidad mínima.
En este lugar, allá por los inicios o mediados de la década de 1960, una empresa constructora denominada Alvo y Panorámica, S.L., inicia las labores de apertura de calles y dotación de todos los servicios propios de la urbanización que hoy visitamos. La misma constructora edifica los primeros duplex y los vende, luego aparecen los propietarios particulares que invierten haciendo gala mayoritariamente, de una economía sumergida que propició luego el desencanto en sendas crisis del sector.
Todo ello nos ha llevado en unas décadas a la lamentable situación económica en que nos encontramos y esa dichosa crisis que algunos quieren justificar con la explicación de que es a nivel europeo o mundial, pero que en todos los casos ha sido por falta de sensatez en las inversiones, tanto de propios como de extraños, tanto de los gobiernos reinantes como de los ciudadanos pasotíles, todo el mundo se embarcó en préstamos e hipotecas que luego no se han podido liquidar, conduciendo a la mayoría social a este barrizal donde la economía fluctúa con el soplo de una simple brizna de aire.
De esta época tenemos muy buenos recuerdos del trabajo a destajo, de muchos compañeros delineantes y albañiles, de técnicos como Don Enrique Sánchez García o de inversores como Don Félix Alvo, toda una excelente persona en el trato laboral y personal. Lástima que falleciera tan joven.
Efemérides
Un día tal como hoy, hacer ahora mismo 160 años, es decir el 31 de julio de 1854, nace en El Ferrol (La Coruña), José Canalejas Méndez. Fue un abogado y político regeneracionista y liberal español. Siendo Presidente del Consejo de Ministros, murió asesinado en un atentado terrorista, en Madrid, el día 12 de noviembre de 1912, siguiendo la estela de Juan Prim en 1870 y de Antonio Cánovas del Castillo en 1897, aunque no sería el último. Fue ministro de Fomento, de Gracia y Justicia, de Hacienda y ministro deAgricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas durante la regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena y Presidente del Consejo de Ministros y nuevamente ministro de Fomento y ministro de Gracia y Justicia durante el reinado de Alfonso XIII. Fue elegido Presidente del Congreso de los Diputados de España durante la Legislatura de 1906-1907
Tras unificar transitoriamente las diversas corrientes que pugnaban en el interior del liberalismo, fue Presidente del Consejo de Ministros entre el 9 de febrero de 1910 y el 12 de noviembre de 1912, periodo en el que habría de presidir hasta tres gobiernos desde los que impulsó un programa de reformas: abolió la Contribución de Consumos, estableció el servicio militar obligatorio y limitó la instalación de órdenes religiosas. Visitó Marruecos con el rey Alfonso XIII en 1911 y ordenó la ocupación de Larache, Arcila y Alcazarquivir en respuesta a la ocupación francesa de Fez. Las negociaciones que inició con los franceses conducirían, poco después de su muerte, al establecimiento de un protectorado conjunto en Marruecos. Suprimió el impuesto de consumos, mejoró la legislación social e intentó resolver la cuestión catalana con un proyecto de Mancomunidad. En materia de orden público, hubo de emplear la fuerza para reprimir el intento de sublevación republicana de 1911 (motín en la fragata Numancia y sucesos de Cullera) y la huelga ferroviaria de 1912.
Hace ahora mismo 137 años, de aquel 31 de julio de 1877, en el que el político teldense Don Fernando de León y Castillo, escribe una carta a su hermano Don Juan, en respuesta a la que éste le había remitido. En su carta, el ingeniero teldense, daba cuenta de las críticas que provocaba su falta de interés en el tema divisionista y el poco apoyo a los compañeros del partido. La respuesta de Don Fernando, no se hizo esperar: “Si a ustedes no les acomoda mi actitud, busquen a otro diputado que no me ha de faltar distrito por eso. Creo que a ustedes los que les hace falta son diputados que se conviertan en agentes de negocio y pertenecen a la mayoría. Yo tengo demasiada importancia política para hacer esos papeles”.
Continuaba mostrando su inteligencia y pundonor: “Siento mucho que nadie vaya por tu casa y pierdas influencia en ese país, pero no me extraña. Por algo eres hermano de un hombre de partido, consecuente y digno, que no ha convertido la política en un mercado. No quiero ni necesito adhesiones que exijan de mí la humillación de ir a pedir favores a ministros, a los que luego combato en las Cortes; no quiero ni necesito adhesiones que se fundamenten en la explotación y que solo duran lo que la explotación dura. Y después de todo, ¿para qué? Para que el día de unas elecciones, después de inundar el país de credenciales, me digan: es necesario que todos los Ayuntamientos de la isla sean amigos, que se traslade al subgobernador y que el Gobierno te recomiende para que seas diputado. Para ese viaje no necesito alforjas”.
Observando este amanecer, los reflejos que el sol deposita sobre la superficie del mar, los cuales por momentos debido a las ondulaciones de las olas, aparecen y desaparecen, me da por pensar en las diferentes etapas en la vida del ser humano.
Hay vivencias que pasan a conformar la manera de vivir y se llegan a convertir en lo cotidiano, en lo importante, en lo que justifica el hecho de despertarte, levantarte y vivir un día más.
Con el paso del tiempo, esas cosas van perdiendo carisma y se convierten unas en parte del olvido y otras en detalles de poca importancia, pero que en todo caso, todas te han de servir para mejorar la existencia, tratando de alcanzar la libertad de decisión en todo momento y el aprovechamiento de los espacios de tiempo en cosas que te den la positividad en la realización personal.
Hay personas que tienen una vida muy movida, con muchos altibajos, con tantos acontecimientos, que en momentos se les escapa del control propio y le embarca en situaciones poco positivas y muy cargadas de finales desastrosos, con lo cual pierden un tiempo precioso en el disfrute de lo que realmente le llega a interesar.
A lo mejor no se trata de vivir cualquier cosa o situación, por decir que la viviste, no se trata de ganar un bagaje que esgrimir, para demostrar o ufanarse de un logro que luego llega a ser intrascendente, dado que esa vivencia por lo general sirve de poco o nada para fundamentar la experiencia y menos aún para cimentar una madurez personal mínima.
Es el caso de aquellos que alegan como mérito haber pasado por esto, aquello o lo de más allá y que, al final no han sacado nada positivo de esas vivencias, precisamente por no haberlas elegido con un interés mínimo, sino por rutina o por escapar de una realidad intrascendente, a la que le abogaba seguramente su falta de madurez.
Suelen ser aquellos individuos que no se paran a analizar y valorar las diferentes circunstancias de sus vivencias, son tan superficiales que al rato de estar en una fiesta en medio del bullicio, se sienten solos y la carencia de interés que le motive al disfrute, le conduce a la descalificación del conjunto.
Dejamos hoy aquí nuestro paseo, guardamos en nuestra gena cuanto hayamos podido encontrar de forma positiva y, emprendemos una nueva caminata hacia el Poniente, nos dirigimos al barrio del Calero, para visitar allí la calle López Botas, a fin de saber algo más de este personaje histórico y del lugar de emplazamiento del vial, pero bueno… eso será en la próxima ocasión, si Dios quiere, allí nos vemos. Mientras tanto…cuídense.
Sansofé.
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